lunes, 5 de marzo de 2007

Fundamentación

A partir de la década de 1970, con la imposición del modelo Neoliberal, de apertura del mercado, de endeudamiento y de tercerización económica, Argentina ha entrado en un proceso sociopolítico, económico y cultural enmarcado y guiado por el mercado, donde el estado garantiza y promueve su intervención.

La situación socioeconómica, política y cultural se manifiesta de las condiciones de vida de las poblaciones urbano marginales y rurales: inequidad, insatisfacción de necesidades básicas, derechos limitados por el propio estado y el mercado, migración interna y externa, que traen como resultado la pobreza, precariedad y desigualdad social.

La gran mayoría de esta población migrante llega en busca de encontrar algún tipo de ingreso, acceso a la salud o a la educación, de la que carecen en sus lugares de origen; sin embargo, su arribo no ha sido nunca resultado de un política planificada sino de un modelo económico inequitativo a nivel nacional, producto de procesos de descentralización política mas no económica, y por el desgaste del modelo neoliberal en diversos países de la región.

La estructura político económica ha planteado el desarrollo de políticas públicas focalizadas en los sectores “más vulnerables”, que en la práctica significó realizar intervenciones asistencialistas, reproduciendo la fragmentación social. La desigualdad, la pobreza, el desempleo, la “ausencia” del Estado, junto a una cultura construida desde los medios de comunicación que promovían la desmovilización llevaron a una destrucción del tejido social.

Estas problemáticas se han desarrollado dentro de un proceso marcado por una fuerte derrota de los modelos alternativos de sociedad que tuvieron su epicentro de lucha en la década 1970-80. En este marco, la escuela no pudo consolidarse como agente de cambio, sino que, contrariamente, es una institución que cumple principalmente un papel de contención, desde una lógica homogeneizadora y poco participativa. Esta situación se reproduce en un abanico de organizaciones e instituciones, las cuales tienen un rol decisivo en la constitución de las subjetividades individuales y colectivas. Toda acción que proponga una transformación social comprendemos que debe atravesar procesos educativos.

Es por ello importante la necesidad de promover un proceso de transformación, a partir de una propuesta que pueda comprender sus problemáticas locales en un contexto territorial, teniendo en cuenta la participación y la formación para el ejercicio de los derechos de ciudadanía y la promoción del desarrollo desde sus propios actores.

El trabajo de las instituciones se desarrollan de manera precisa a la atención de la población como sujetos pasivos, donde estos se dirigen solo a recibir bienes y servicios frente a sus necesidades.

Así mismo, los espacios comunitarios (Centro de Salud, Sociedades de Fomento, Iglesias, clubes, etc.) no desarrollan acciones asociadas de manera constante abordando de modo integral los problemas, tampoco son reconocidos como ejes de promoción del desarrollo comunal, ya que, si bien han intentado realizar propuestas que acerquen a los vecinos, no han sido abordadas desde la realidad, ni de manera participativa, sin la concepción integral de territorio con capacidades y posibilidades de desarrollo. En suma, se han reproducido los abordajes focalizados, con ausencia de participación comunitaria.

Dentro de este contexto, la población más afectada son los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Con una escuela que no puede abordar su realidad, necesidades multiculturales e identidad, con un futuro laboral incierto, sin espacios de promoción de sus habilidades y capacidades.

Frente a esta situación y ante la ausencia de políticas locales de desarrollo integral, es necesario fomentar la participación ciudadana de todos los sectores: en los adolescentes, generando las condiciones para que pueda ser viable; en otros grupos, buscando la creación de espacios de diálogo y construcción de propuestas que incluyan los intereses de los diferentes sectores de la comunidad. La generación de estos espacios partirá de la articulación de propuestas, discusión de escenarios y la creación de redes territoriales que permitan la ejecución de proyectos transformadores y colectivos.

Por este motivo, un medio comunitario es un avance en este sentido, pero no es la única instancia. No existen canales formales ni proyectos que hayan involucrado a las organizaciones de manera sistemática, tampoco existen en el territorio instancias de dialogo, reflexión y formación. El presente proyecto, busca como estrategia incluir a los jóvenes y niños, así como promover la construcción de estos espacios de articulación interinstitucionales desde el territorio, con las escuelas, comedores, con organizaciones sociales que tengan visiones comunes al proyecto, y con las instituciones ya establecidas en el territorio (iglesia, sociedad de fomento, centros de salud, comedores), a partir de la construcción de agendas comunes desde sus funciones, y en la elaboración de un diagnóstico participativo que posibilite el análisis de la realidad.

Posicionarnos desde la comunicación y la educación popular, con especial atención en la población infantil y joven, fortaleciendo la conformación de sus identidades individuales y colectivas desde una lógica de transformación.

Posibilitar estos procesos es posible, según nuestra perspectiva, en espacios de Educación Popular, donde pueda formarse un nuevo tipo de sujeto social, que sea capaz de construir una nueva realidad sin dominación económica, política, social y cultural. Estos cambios se fomentarán desde la solidaridad, el trabajo colectivo, la movilización, la participación, la construcción de conocimiento, desde la comunidad, pero con el entorno.

Siguiendo a Paulo Freire, “las cosas no son así, están así y hay que cambiarlas”.